Gracias a la evolución de las técnicas arquitectónicas se puede ahorrar mucha energía y conseguir tener una temperatura óptima dentro del edificio. Se utiliza para ello el recurso procedente de la arquitectura bioclimática conocido como inercia térmica.
Este concepto es bastante conocido por los profesionales del diseño y la construcción. Sin embargo, para las personas ajenas al sector suele ser un gran desconocido, a pesar de que se lleva utilizando en la construcción desde que existe la arquitectura.
La inercia térmica se basa en la capacidad de ciertos elementos arquitectónicos para almacenar calor, conservarlos y liberarlo considerando el tiempo que estos requieren para realizar dichos procesos. Los barómetros mediante los que se evalúa la inercia térmica de cada elemento son su calor específico, su masa y su densidad.
Con el objetivo de sacar el mayor rendimiento posible de los edificios se ha evolucionado a lo que se denomina como arquitectura pasiva, la cual consiste en adaptar el diseño arquitectónico a las condiciones climáticas del entorno en el que se construye.
Hay varias medidas recurrentes para proteger y hacer efectiva la inercia térmica como son:
– La mejor orientación
A grandes rasgos la orientación más idónea para este tipo de arquitectura es la dirigida hacia el sur. De esta forma se aprovecha al máximo las horas de sol durante los meses de invierno en los que la radiación solar es más débil. En la temporada de calor es también más fácil de adaptar mediante cerramientos móviles, porches, toldos, etc…
– Reflectancia solar
Se utiliza como herramienta para reflejar la radiación solar o atraerla dependiendo de las necesidades climáticas de la zona. A medida que el material sea más claro y más liso mayor de Índice de Reflectancia Solar (SRI) tendrá.
Debido a ello es muy común ver localidades con las fachadas blancas al completo en el sur de España donde el clima es muy cálido.
– Protección solar
Es complementaria a la medida anterior, destinada a bloquear la radiación solar que impacta directamente contra el edificio. En los meses de mayor incidencia de luz solar puede llegar a ser un inconveniente por lo que a lo largo de los siglos se han ido adaptando mediante sistemas de protección. Los más comunes suelen ser los voladizos, los aleros de las cubiertas, pórticos, porches, toldos, persianas, etc…
– Ventilación cruzada
Medida arquitectónica que corresponde con la ya anterior mencionada arquitectura bioclimática. Se produce cuando hay al menos dos aberturas en los lados opuestos del edificio que permiten la completa libre circulación del aire. Para que el fenómeno se produzca adecuadamente hay que tener en cuenta la dirección y efectos de los vientos de la zona.
Si quieres saber más sobre estrategias arquitectónicas te recomendamos que eches un vistazo a nuestro blog y a nuestras redes sociales. Allí te damos trucos sobre cómo aprovechar al máximo la luz natural o las claves de porqué es tan importante la calificación energética.